Una profesión cada vez más profesionalizada y en auge.
Durante los últimos años la profesión fotográfica ha ido engendrando pequeños huecos que otros profesionales deben cubrir, especialmente cuando atomizamos y especificamos nuestro trabajo. Entre estas nuevas profesiones se encuentra el retocador fotográfico, una persona que entiende y se encarga del procesado y el retoque de nuestras imágenes para que queden perfectas. Hoy analizamos esta figura y explicamos el por qué un fotógrafo profesional nunca debería retocar sus fotografías.
Qué es el procesado y retoque fotográfico
El proceso de postproducción de cualquier producción audiovisual requiere de un ordenador. Un vídeo necesita montarse y etalonarse, mientras que una fotografía necesita procesarse y retocarse. El principal problema que encontramos es la limitación de conocimientos, ya que es posible que no conozcamos al 100% el funcionamiento interno de Photoshop para exprimir la mayor cantidad de información de nuestro RAW. Por esto, la figura del retocador profesional ha ido en auge durante los últimos años y se han establecido como indispensables para gestionar la ametrallada producción del mercado profesional.
Las funciones del retocador fotográfico consisten en realizar los procesos de corrección de color, limpieza de pieles y ropa y aplicación de dodge&burn para corregir y unificar pieles y tejidos. En última instancia, el fotógrafo es el que elige si licuar o deja licuar al retocador que contrata, ya que es un proceso muy delicado que muchos fotógrafos prefieren reservarse para sí mismos.
En cualquier caso, retocar es una actividad de la que se están empezando a encargar retocadores independientes y pequeños estudios porque se está empezando a desdoblar como una profesión independiente del fotógrafo. Para entender este fenómeno podríamos pensar en la fotografía química: si realizábamos fotografías y mandábamos el carrete a revelar a un estudio adecuado, ¿por qué no podemos hacer lo mismo con las imágenes digitales?
El dilema del fotógrafo. Producción o abaratamiento
Obviamente, el retocador es un profesional al que hay que pagar su trabajo, un aspecto que es motivo de repulsión inmediata para muchos fotógrafos. Sin embargo, retocando perdemos valiosas horas de planificiación para nuestra próxima sesión, por lo que delegar el retoque a profesionales adecuados nos acabará ahorrando numerosas horas de estrés y plazos de entrega agobiantes.
Aquí el dilema está servido. Hay quien no produce fotografías suficientes como para delegar el retoque o quien no tiene un nivel de cobros como para contratar los servicios de un estudio, pero en caso de que odiemos retocar o sí que tengamos un volumen de trabajo con el que no podamos lidiar como deberíamos la contratación de un estudio podría ser una solución muy interesante.
¿Cómo saber si deberías interesarte por contratar este servicio? En primer lugar, los primeros interesados serán fotógrafos de moda o sociales con un alto volumen de producción que necesiten concentrarse en la gestión de la producción fotográfica y tengan un tiempo muy escaso para retocar. Sin embargo, cualquier fotógrafo que sienta el retoque como una actividad abrumadora podría contar con estos servicios.
Lo que es inevitable es que la fotografía digital es capaz de producir nuevos puestos de trabajo en la industria fotográfica para personas especializadas que quieran aprender de forma profunda un sistema de trabajo tan complejo y completo como puede ser Camera Raw, Capture One o Photoshop.
Fuente: lv12
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