Si algo nos enseñan las grandes empresas es la importancia del buen marketing. El caso más citado de marketing exitoso es el de Coca-Cola, una compañía que vende emociones más que refrescos. Tanto poder se le atribuye a la marca que es ampliamente aceptada la leyenda urbana de que Papá Noel vestía de verde y blanco antes de que Coca-Cola le hiciera protagonista de una de sus campañas. De hecho, ya en 1902 la revista Puck lo vistió con esos colores. Eso sin citar la otra famosa leyenda de que la fórmula del refresco solo la saben dos personas que ni siquiera pueden viajar juntos en avión…
La compañía no es la única que ha cosechado éxito sin paliativos a la hora de desarrollar campañas de marketing que han reforzado su imagen de marca. Hay anuncios en los medios de comunicación tradicionales, especialmente la televisión, que consiguen destacar entre los demás, lo que teniendo en cuenta la alta competencia puede considerarse un éxito.
Puede ser el caso de Media Markt, que además acude a algo recurrente como el humor en sus spots, lo que tiene cierto impacto. También cuentan con impacto los que retratan escenas de la vida cotidiana o los que tienen como protagonistas a personalidades conocidas, como deportistas.
En el caso del marketing online, podemos contar entre los casos de éxito Airbnb, una comunidad online líder a la hora de unir a personas que quieren alquilar a otros su apartamento con los potenciales arrendatarios. Su éxito podría explicarse por su estrategia de centrar en el cliente las campañas de AdWords en Internet, el que es su entorno.
Los vídeos que consiguen volverse virales son un ejemplo de éxito por parte de una empresa. En su lanzamiento en España, la película Cazafantasmas recreó una escena en el metro de Madrid que comenzaba con la llegada de un tren fantasma precisamente (se oía el ruido propio de su llegada por altavoces, pero el tren no aparecía), el estupor de los usuarios y sus sonrisas al descubrir de qué se trataba con un vídeo proyectado en los paneles informativos.
Es evidente que una pyme no maneja los recursos en materia de marketing que tienen a su alcance las grandes empresas, como las mencionadas hasta ahora. A ellas se les aconseja ponerse en manos de profesionales que consigan sacar el máximo partido de un presupuesto que puede ser reducido, así como tirar de básicos.
1. El poder del papel
Lo que tiene vivir en un mundo offline es que no se vive dentro de las redes sociales, es decir, no se puede invitar alguien a visitarlas físicamente. Tenemos, por lo tanto, que llamar a la curiosidad de alguien para que en cuanto tenga acceso a Internet a través de un dispositivo (su smartphone, por ejemplo), entre en la página o visite los perfiles en redes de nuestra empresa.
Para superar esa barrera entre el off y el on hay un clásico que nunca pasa de moda: las tarjetas de visita. Una tarjeta de visita bien dada a un cliente a la voz de “lanzamos ofertas con asiduidad en nuestras redes”, o a otro empresario con el que se podría colaborar en un futuro en una reunión de networking, puede ser el pasaporte para que la persona entre en el mundo virtual de la empresa en cuestión. Que se quede ya dependerá de cómo esté estructurado el mismo.
Lo bueno de la Red es que incluso las tareas propias del offline, como repartir tarjetas de visita, se pueden encargar en una imprenta online y, más en concreto, una imprenta online barata.
2. La importancia del conocimiento
La formación para dirigir equipos de marketing es fundamental, por lo que una persona formada es lo que una empresa debe buscar para integrarla en su plantilla de forma permanente como para contratar sus servicios cuando sea preciso. Que alguien tenga el máster en marketing puede dar la pista, pero también que cuente con cierta trayectoria y con trabajos que se puedan consultar fácilmente en su web, por ejemplo, en un portfolio online.
Es necesario valorar a las personas dedicadas a una u otra rama del marketing, especialmente del online, ya que las generaciones menos familiarizadas con los entornos digitales piensan que no tiene mucho trabajo el pasar el día ante el ordenador. Y lo tiene.
Así pues, un experto seo, por ejemplo, debe trabajar con libertad, sin presiones, sabiendo que cuenta con la confianza de la empresa. Y es que un experto seo tiene en su poder, nada más y nada menos, que posicionar en buscadores la empresa en cuestión, optimizando la web y las redes. Así que sí, un experto seo es muy recomendable.
3. El contar con iniciativa autodidacta
Pese a que apelamos a dar la valoración que merecen a los profesionales de la materia, también advertimos contra aquellos que venden humo. Hay personas que, pese a carecer de lo anterior (conocimiento) creen que pueden aventurarse en ciertas tareas solo porque creen que no se necesita más que un ordenador y conexión a Internet, algo al alcance de cualquiera a día de hoy, al menos en los países desarrollados.
A ellos también les pasa eso de que no valoran el trabajo de los verdaderos profesionales, no siendo más que buscadores de dinero fácil. A priori, habría que mirar con lupa esas “ofertazas” que solo tienen como objetivo captar clientes, y no ofrecer a estos la calidad que necesitan. Son carne de cañón para empresas que cuentan con presupuestos limitados.
Pese a que no se puede saber de todo y que tampoco hay que agobiarse con querer abarcar lo máximo posible, no está de más ponerse al día, aunque solo para evitar las tomaduras de pelo. Asaber es una web que cuenta con tutoriales de tecnología e información útil en lo que se refiere a aplicaciones web. Puede ser útil para conocer las tendencias y adaptar aquello que puede venir a la empresa, o incluso para acometer tareas sencillas.
Fuente: madridiario
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